Nerds de la Historia

¿Habrá tiempo para las novenas?

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¿Habrá tiempo para las novenas?

Le traigo una confesión decembrina. Un chisme grueso y jugoso, como le gustan.


Imagínese que entre agosto y noviembre me deprimí. Entre otras razones, la depresión fue producto de tres años como contratista en el Estado, sin derecho a vacaciones, con jornadas laborales de más de 13 horas al día y dedicando los fines de semana a mi amado proyecto de Historia: “Nerds de la Historia”. Pero más allá de la explotación laboral, en el núcleo de la depresión está la ausencia de sentido de vida.


En mi proceso de recuperación he tenido una sospecha: que hay ritos religiosos y tradiciones sociales que dotan la vida de una estructura coherente. Y que en la era contemporánea los hemos ido perdiendo. Entonces la vida se vuelve caótica: los meses pasan, uno tras otro, monótonos, sin transiciones, sin un orden claro, sin un sentido aparente.


En la obra clásica de filosofía de la Historia “El mito del eterno retorno”[1], Mircea Eliade explica que las “sociedades arcaicas” vivían en un tiempo circular, recreando una y otra vez los mitos originarios a través de rituales religiosos que ataban sus vidas a un tiempo sagrado y colmaban sus vidas de sentido. Según Eliade las sociedades modernas hemos perdido la noción de la circularidad del tiempo y hemos caído en el tiempo lineal.


Pero yo no estaría segura de ello. No creo que hayamos abandonado por completo la noción circular del tiempo, y sin duda seguimos necesitando de los ciclos, los ritos y la repetición, para dotar de orden y sentido nuestras vidas.


Basta con revisar las religiones de nuestro tiempo: toda su ritualidad es cíclica, repetitiva. Hanukkah sucede cada año. Lo mismo se puede decir de Semana Santa. E incluso la sociedad secular tiene sus propios ritos que trazan una temporalidad circular: vacaciones, año nuevo y Navidad.


Lo que intuyo que sí ha cambiado es el tiempo que dedicamos a estos ritos. Pero no quiero romantizar el pasado, ni dar por sentado que no podemos dedicarles tanto tiempo porque hoy trabajamos más. No creo que las sociedades cazadoras recolectoras o las sociedades agrícolas trabajaran menos. Y sin duda hoy gozamos de mayor tiempo libre que en los primeros años de la revolución industrial.


En el siglo XIX las jornadas de trabajo eran extremadamente largas. En los últimos 150 años las horas de trabajo han disminuido sustancialmente, en especial en los países ricos, pero también en los países “pobres” y de ingreso medio. En Alemania, por ejemplo, las horas de trabajo anuales disminuyeron casi un 60%, de 3.284 horas en 1870 a 1.354 horas en 2017, y en el Reino Unido la disminución fue de alrededor del 40%[2].


¿Entonces qué explica que hoy no tengamos tiempo para los ritos y las tradiciones sociales? Creería que el meollo del asunto está en cómo estamos usando nuestro tiempo libre y en qué actividades estamos priorizando. Parecería que hoy se nos pasa el año sin transiciones, ritos ni tradiciones, porque hemos olvidado su relevancia. La vida se nos va entre el trabajo, Netflix y las redes sociales. Ya en el 2020 dedicábamos 145 minutos al día a las redes sociales mientras en el 2012 sólo dedicábamos 90.[3]


Naturalmente hay otras variables que explican por qué hemos dejado de reunirnos para celebrar ceremonias. En ciudades tan grandes como Bogotá, reunir a los amigos y la familia para hacer un novenario tras la muerte de un ser querido es impensable. El uno vive en el norte, la otra en el sur, y acordar en qué lugar se hará la ceremonia durante nueve días seguidos parece imposible.


Ya no hay pues, tiempo para los ritos. Pero no es una cuestión de falta de tiempo. Es una cuestión del uso del tiempo. Y mientras la ideación suicida de los jóvenes y los cuadros de depresión siguen aumentando a nivel global[4], hay que repensar el uso que estamos haciendo del tiempo, pues sin duda somos más cercanos a nuestros antepasados de la época “arcaica” de lo que creemos, y al igual que ellos necesitamos recrear los mitos originarios y celebrar rituales religiosos y tradiciones sociales que nos atan a un tiempo circular y sagrado para no perder el sentido de vida.


Como verá, esta reflexión es especulativa, surge de una simple sospecha. Es apenas una introducción a un campo de investigación muy amplio. Pero en esta Navidad yo me dejaré guiar por mi corazonada: venceré la pereza y el escepticismo y asistiré a todas las novenas, la Nochebuena y las misas decembrinas. No habrá rito, conmemoración o celebración a la que no me pegue, y por primera vez en tres años, tomaré vacaciones.


Y así, entre rito y rito, romperé con el tiempo lineal, monótono y sin sentido al que vengo atada y entraré en el tiempo sagrado. Y con toda seguridad, mi 2022 tendrá mayor sentido que el 2021.


______

[1] Eliade, Mircea. “El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición”. Buenos Aires, 1968. Emecé Editores.

[2] Charlie Giattino, Esteban Ortiz-Ospina and Max Roser. “Working Hours”. 2013. Disponible en: https://ourworldindata.org/working-hours#are-we-working-more-than-ever

[3] Statista. “Daily time spent on social networking by internet users worldwide from 2012 to 2020”. Disponible en: https://www.statista.com/statistics/433871/daily-social-media-usage-worldwide/

[4] Ver: “The State of Mental Health in America” https://www.mhanational.org/issues/state-mental-health-america; “What is depression and why is it rising?” https://www.theguardian.com/news/2018/jun/04/what-is-depression-and-why-is-it-rising; y “Depression as a disease of modernity: explanations of increasing prevalence”: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3330161/

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